Buscando detrás del error

PSICOLOGÍA Y AJEDREZ

Reynold Rafael Fernández Mayola

12/24/20238 min read

Hola a todos. Estoy bastante feliz de estar de vuelta con un nuevo artículo, ojalá lo disfruten. Hoy me estaré refiriendo al error en ajedrez, específicamente abordaré un fenómeno bastante curioso, que decidí nombrarlo: “Errores de imitación”.

La imitación es un comportamiento bastante habitual en el mundo animal. Más allá de la percepción que tengamos de nosotros mismos como especie o como individuos, los seres humanos no estamos excelsos de este tipo de conducta. Muchos estudios científicos indican que solemos imitar inconscientemente los comportamientos, gestos, incluso el lenguaje, de aquellas personas con las cuales interactuamos a menudo. He leído, que este proceder se desarrolla desde nuestro nacimiento y tiene una base evolutiva, pues los bebés imitan el comportamiento de sus cuidadores como parte de su proceso de aprendizaje y adaptación al mundo que los rodea. Graciosamente, desde pequeños estamos expuestos a ser el resultado de: “Dime con quién andas y te diré quién eres”. Pero ¿por qué tendríamos “comportamientos de bebés” durante una partida de ajedrez? Siendo sincero, en no pocas ocasiones he realizado movimientos tan malos, que si Kasparov tuviera 6 meses de nacido y estuviera observándome, dejaría su chupete a un lado para mirarme con cara de desaprobación. Sin embargo, estas imprecisiones tan graves, no ocurren en todas las posiciones a las que me enfrento, ni en todas mis partidas. Nuestros errores usualmente tienen una naturaleza circunstancial. Ahora, en un juego eminentemente lógico, ¿qué circunstancias son necesarias para que desarrollemos una conducta tan rudimentaria como la imitación? Primeramente es necesario mencionar al padre y la madre de todos los errores en ajedrez: el apuro de tiempo. En los apuros de tiempo nuestro razonamiento se vuelve primitivo. El instintito nos empuja a evitar a toda costa, las situaciones de juego, en las cuales debemos decidir entre varias opciones, con muy poco tiempo en el reloj. Entonces recurrimos a la simplificación y los más experimentados también intentan mejorar las piezas que no están teniendo una participación relevante en el juego. Todo esto con la intención de pasar el balón al rival y ver si en su tiempo de reflexión somos capaces de calcular las variantes hasta el final o idear algún plan que valga la pena. No obstante, este tipo de tácticas no nos garantiza encontrar buenos movimientos, pues la información brindada por una posición muchas veces es difusa y nuestra interpretación puede llevarnos a un callejón sin salida. Por ejemplo: las estructuras de peones determinan las mejores casillas para nuestras piezas. Para el buen observador son cómo ese sendero en el bosque que indica hacia donde transitar. Cuando la partida está despejada no existe tal sendero y todos los caminos comienzan a lucir similares, cómo resultado, aumenta la cantidad de opciones a evaluar. Este tipo de posiciones y las situaciones tácticamente complejas, sumadas a un buen apuro de tiempo, pueden obligar al jugador a utilizar todo cuanto esté a su alcance para tratar de resolver satisfactoriamente el dilema que tiene delante. El siguiente ejemplo de Botvinnik aclara un poco hacia donde quiero llegar.

Se arribó a esta posición luego del movimiento setenta y cuatro de las blancas 74.Re4. Era la ronda 19 del campeonato de la URSS de 1952, Botvinnik llevaba piezas negras frente a Alexey Suetin y necesitaba una victoria para alcanzar a Taimanov que lideraba la competición. El campeón del mundo había hecho sufrir a Suetin durante muchos movimientos, y evidentemente tenía la intención de seguirlo haciendo. 74…Ad2! Comenta Botvinnik: Finalmente el alfil regresa al juego (el alfil llevaba en a5 desde la jugada sesenta). Las negras amenazan 75…Te3+ 76.Rd4, e5+ 77.Rc4, Tc3+ 78.Rb4, Th3 ganando. Y en caso de 76.Rf4, el negro puede jugar 76…Rd5 seguido del avance del peón e. La respuesta de Suetin fue 75.Ad3, para contestar a 75…Te3+ con 76.Rd4.

A pesar de que parece una solución muy lógica esta jugada constituye el error decisivo. Botvinnik en su obra “Botvinnik on the end game”, comenta lo siguiente: “Este movimiento le da a las negras el tiempo que necesitan para establecer una amenaza de mate inesperada en el medio del tablero. Puede ser que el error de las blancas tuviera una base psicológica. Con las negras activando su alfil, las blancas, por supuesto, se esfuerzan por hacer lo mismo. Pero el peón a no debería haber quedado desprotegido bajo ninguna circunstancia”

Botvinnik remató con 75…Ag5 (75…Rc5 era incluso más fuerte), 76.Th5 Si la torre no se mantiene atacando el alfil de g5 cae el peón a con Tg4+ y Txa4. 76…Rc5!

El blanco no puede evitar el mate en e3 sin perder material. Botvinnik alcanzó al líder Taimanov y terminó venciéndolo en un match de desempate por 3.5-2.5 para alzarse con su séptimo campeonato de la URSS.

Ahora analicemos un ejemplo propio, jugado en el Memorial Guillermo García del 2022.

Esta posición fue el resultado de densas complicaciones tácticas que para la jugada veintisiete de las blancas parecían haberse diluido. 27.Ae3 Al parecer, ya no sería necesario calcular largas variaciones de juego, pero producto de las complicaciones atravesadas, ambos nos encontrábamos en graves apuros de tiempo. Siendo sincero, yo no tenía claro cómo podía seguir presionando, ninguna secuencia de jugadas parecía modificar la evaluación. Para conseguir progreso en este tipo de posiciones, se necesita experiencia, un buen entendimiento y sobre todo, buenos nervios para no estropear tus oportunidades en el apuro de tiempo. ¿Qué hacer? ¿Hacia dónde ir? Se me ocurrió 27…Df6, para llevar mi dama a c3. 28.h3 ¡Estupenda decisión! Mi oponente abre un escape para su rey, que ahora encontrará refugio en la casilla h2. Recuerdo que sentí cierta admiración por su juicio ágil, en mi turno de juego yo había empleado casi todo mi tiempo para decidirme por la maniobra Dd8-f6-c3. 28…Dc3 Podía haber continuado con 28…h6, pero como ya comenté, yo tenía la intención de llevar mi dama a c3. 29.Db6 Nuevamente debía atravesar por la misma disyuntiva con pocos segundos en el reloj. ¿Qué hacer? ¿Hacia dónde ir?

Solares Orozco (2325) – Fernandez Mayola (2345)

Eran bastante lógicas 29…Ac8, 29…Dc8, 29…Da1+, 29…Ac4. Finalmente, con tiempo extremadamente limitado, no podía sumergirme en una reflexión profunda y me decidí por el jaque en a1, con la intención de atacar el rey blanco con ideas cómo Ce1 y Da2. 29…Da1+, 30.Rh2

Yo sabía que no era posible continuar con 30…Ce1?? debido a 31.Ad4 y las blancas ganan material producto de la sobrecarga de la dama de a1. Por tanto, mi idea era jugar 30…Da2, pero llegado a este punto me percaté que la respuesta planeada fallaba tácticamente, pues luego de 31.Ad4, no serviría evitar Tg4 con 31…Ac8; ya que las blancas tienen el golpe 32.Axg7, Rxg7 33.Dd4+, Rg8 34.Dxd3, Af5 35.De2 lo cual me dejaría sin ninguna posibilidad de luchar por la victoria. Con veinte segundos en el reloj esto removió mis entrañas. Tenía que lidiar con un imprevisto. Pensé en evitar Tg4 con 31…h5 en lugar de 31…Ac8, pero este avance lucía demasiado peligroso y mi mano recién comenzaba a temblar. Entonces, ¿qué debía hacer? Me pareció un buen momento para ser flexible y regresar atrás en busca de otra solución. Pero, ¿cuál era la solución? ¿Acaso todavía existía alguna posibilidad de jugar a ganar? Entonces, invadió mi cabeza un razonamiento de bebé: “Si el consolidó su posición abriendo un huequito para su rey yo debería hacer lo mismo”. Mihail Tal habría muerto de envidia al escuchar una reflexión tan original. Pero si jugaba 30…h6 en lugar de 30…Da2 ¿Qué ocurriría si mi contrario entregaba su alfil en h6? No tenía tiempo para calcular el resultado, no obstante, asumí que si el alfil no estaba en e3 podría continuar con Ce1 sin temer al contraataque Ad4. Al menos era un intento por jugar a ganar y decidí aferrarme a él. Mi jugada fue 30…h6?? Desde mi experiencia, a no ser que se tenga una buena disciplina de pensamiento y unos nervios fuertes, cuando usted comienza a analizar una nueva idea con su tiempo cercano a cero, rara vez regresa para elegir otro movimiento previamente calculado. El avance del peón h es un error importante. Omití 31.Axh6, Ce1 32.Axg7+=, sin embargo, este sería el menor de los males. La jugada empleada por mi oponente es mucho más fuerte, además el conteo regresivo de mi reloj –5, 4, 3, 2,1– me había impedido tenerla en cuenta. 31.Ad4!, Da2 32.Tg4, f6 Increíblemente ninguno de los dos vio 33.Axf6+-, menuda cara se me habría puesto. 33.Dc7?, Tf7 34.Dd8, Rh7 35.Dd5, Dxd5 36.Axd5, Te7 37.Te4, Txe4 38.Axe4, Rg8 y se acordaron las tablas.

Aunque parezca loco, este tipo de cuestiones puede ocurrir en ajedrez. Sin embargo, difícilmente puede conocerse la naturaleza de un error que no pertenece a una partida propia o no ha sido explicado por uno de los jugadores implicados. Asegurar ciegamente las razones detrás de un movimiento es pura especulación. No obstante, les dejo un par de ejemplos con características similares.

Capablanca-Kupchik La Habana 1913

Aronian (2802) -Svidler (2755) Memorial Tal 2011

En el primer ejemplo Capablanca aplica un importante principio en el final y lleva su rey al centro con 20.Rf1 seguido de Re2. Por su parte, las negras quieren evitar a toda costa que se rompa el equilibro. Para esto, a Kupchik no se les ocurrió nada mejor que hacer exactamente lo mismo. El jugador de piezas negras respondió a la maniobra de rey blanca con Rf8 y Re7. Esto permitió a "El capa" desplazar su torre hasta a4 (22.Ta4) y condenar a la torre de e8 a una defensa pasiva en la casilla a8. En el segundo ejemplo, las blancas jugaron 39.a5. La situación de las negras es delicada, no es evidente si pueden desplazar su dama de c6 sin ceder material, la captura en e5 pierde un peón y es necesario evaluar si existe o no compensación posicional a cambio, el rey negro no puede moverse de g7 pues caería el alfil de f6 y si el caballo abandona la casilla e6 no estaría claro donde puede estar mejor ubicado, además habría que evaluar en todo momento la entrada de la dama a c7. Estimados lectores, en este punto del artículo, creo que pueden imaginarse cual fue el movimiento realizado por Svidler, que como indica Igor Stohl en sus comentarios para la MegaDatabase, probablemente se encontrara en apuros de tiempo.

Un cerebro sumergido en la incertidumbre es vulnerable a ser devorado por pensamientos carentes de objetividad. Cuando no estamos claros de lo que queremos o debemos hacer, abrimos un margen más amplio a los imprevistos. Esto es aplicable a innumerables situaciones fuera del tablero, pero no debería sorprendernos, a fin de cuentas ya fuimos advertidos por Garry Kasparov, a veces la vida imita al ajedrez.

Les deseo un estupendo fin de año, muchas gracias por seguirme durante este 2023.