Experiencias de un casi ajedrecista I.
PSICOLOGÍA Y AJEDREZ
Hola gente, siempre feliz de compartir ideas de ajedrez con ustedes. Hace un tiempo mi amiga Juliana Terao, ocho veces campeona de Brasil, me comentó que le parecía buena idea que también mostrara ejemplos propios en “Hablemos de Ajedrez”. Los ejemplos de “súper gran maestro” suelen ser muy instructivos, pero en ocasiones parecen lejanos para el jugador promedio, que más que mirar con ojo crítico o percibir la destreza de sus protagonistas como algo alcanzable, la mayor parte del tiempo solo puede observar con admiración. La opinión de Juliana, una chica muy inteligente, me animó a compartir algunas de mis basurillas. El finalizado 57 Capablanca In Memorian, será la fuente de los ejemplos. No puede faltar por supuesto, el análisis de mi partida con el gran Pepe Cuenca. Así que ahí les va un resumen de mis sensaciones durante el torneo y algunas de mis genialidades e idioteces sobre el tablero. En proporción, más lo segundo que lo primero.
Los nervios de la primera ronda
Durante 2023 y 2024 he sido un jugador semi-retirado. Rompí lazos con el ajedrez y dejé de entrenar por razones que ahora mismo no vienen al caso. Mi ELO pagó los platos rotos sufriendo un déficit de más de 100 puntos. Mi capacidad de reacción sobre el tablero se enlenteció y mi motivación y confianza decidieron extraviarse cuál unicornio azul de Silvio Rodríguez. Es bien sabido, que cuando un ajedrecista desconfía de su habilidad para colocar correctamente figuritas de madera o plástico, según sea el caso, se convierte en un Sheriff sin placa y revolver: ¡no tiene autoridad en el pueblo! Bajo estas condiciones comencé la primera ronda del torneo.
Como suele ocurrir en los torneos abiertos, cuando perteneces a la mitad alta, en un sistema de pareo Suizo, el ELO de mi oponente era bastante inferior al mío. No obstante, como muestra el siguiente diagrama, no conseguí mucho al término de la apertura.
Había logrado igualar con piezas negras, pero la posición era bastante simplificada. Si quería comenzar ganando, tenía que estar dispuesto a jugar una partida larga. Luego de algunos movimientos, el cambio de una torre y una pieza menor por bando, nos llevó al primer momento crítico de la partida.
En este punto ya habían pasado más de 20 movimientos. Mi rival era casi 400 puntos más débil, esta era mi primera partida desde el cierre del peor torneo de mi carrera ajedrecística, así que los nervios habían estado enviando señales a mi cuerpo desde el inicio. Hasta ese instante se sentían diferentes, solo revivían mi pasión por el ajedrez. Pero comencé a auto percibirme desbordado en este momento de la partida. Sabía que era necesario encontrar una secuencia precisa para mantener la iniciativa. Sin embargo, mi concentración fluctuante se encontraba en un pico bajo. Era importante recuperarla y confiar que encontraría cómo seguir presionando y mantener la partida viva. Contrario a las exigencias de la situación, me hundí en un mar de dudas. Ideas van, ideas vienen, jugadas van, jugadas vienen. Todo sin un hilo conductor lógico. Éste, sin dudas, sería mi primer error en el juego. Al principio solo era una mezcla de pensamientos y emociones, pero automáticamente se vio reflejado en el tablero: 22…Th5?!
Claramente una imprecisión, argumentaré compartiendo algunos pensamientos al respecto.
Si las blancas conseguían cambiar torres en d1 o darle un rol activo a la torre de f1 disminuirían muchísimo mis oportunidades de obtener una victoria limpia. Yo, por supuesto, entendía que este era un momento importante en la partida. Necesitaba mejorar mis peones en el flanco rey y no me interesaba el cambio de torres. Por tanto, lo más sensato parecía retirar mi torre lejos de la columna d con ganancia de tiempos, para acto seguido, movilizar mis peones en el flanco rey. A pesar de haber reunido todas las pistas para encontrar el camino obvio, mi cerebro, a última hora se decidió por la jugada mala. Pero si el camino correcto de las negras era evidente, también salta a la vista la raíz de mi error: mis emociones.
El plan correcto habría sido: 22…Ta5 23.a3, f5 y en caso de que el blanco jugase 24.Td1 para ocupar la columna, 24…f4 25.Cc4, Td5. Y si bien la posición no deja de ser igualdad, las negras están presionando. Al blanco no le conviene que el cambio de torres se produzca en d5 y el caballo ya no cuenta con la casilla e3 para cuestionar a la torre negra. Con la jugada realizada en la partida, el avance f5 no funcionaría, ya que la torre quedaría aislada del juego en h5. Es cierto que la torre puede ir a a5 de cualquier modo, antes de avanzar el peón f, pero la incorporación de un movimiento cómo 23.g3 solo beneficia a las blancas.
Más adelante mi oponente cometió un par de imprecisiones y me devolvió la iniciativa. En esta ocasión, aproveché mejor mis oportunidades.
Las blancas amenazan Td1 para expulsar la torre negra. Así que decidí lanzarme con 33…f4!? 34.gxf4, Th1 35.f3, Tf1 36.Rd3, Txf3 37.Re4, Th3
Luego de una secuencia bastante lógica, que ambos realizamos con poco tiempo en nuestros relojes, conseguí que mi torre fuera más activa que la de mi rival. Además, impedí el avance de la mayoría de peones en el flanco dama y logré que el rey blanco, que había iniciado su caminata habitual hacia el centro del tablero, en lugar de ondear su bandera en representación de una victoria posicional, terminara siendo una preocupación permanente para las blancas. Creo que este último detalle, pasó inadvertido a los ojos de mi rival y terminó decidiendo la partida a mi favor.
La creatividad de la segunda y tercera ronda.
Para la segunda ronda enfrenté al Gran Maestro canadiense Bator Sambuev. Decidí jugar el peón rey con piezas blancas, a pesar de no haberlo jugado en torneos oficiales, en los últimos quince años. Por lo ocurrido en la partida, definitivamente no fue una buena decisión. En partidas importantes no suele ser buena idea experimentar, sin embargo, tuve en cuenta algunos elementos que me hicieron inclinarme hacia el peón rey. Lo primero es que una de las armas de mi oponente con negras es el doble peón rey, y yo recientemente había terminado mi curso para Chessable Comprendiendo La Escocesa Cuatro Caballos. Obviamente le había dedicado muchas horas y me sentía bien preparado para enfrentarme a un jugador fuerte, en una partida de ritmo clásico. Además, entiendo que él es un ajedrecista impaciente, asumí que este tipo de aperturas, donde a las negras les cuesta crear problemas, podía hacerle mucho daño. Sambuev, es además jugador de Francesa, así que empleé una buena cantidad de tiempo en “cocinar algo” contra esta defensa.
Por otro lado, en la edición anterior del torneo yo había probado este mismo experimento. Comencé con 1.e4 frente al Gran Maestro Reinier Vasquez Igarza y si bien terminé perdiendo, tuve muy buenas posibilidades de ganar aquella partida. Las preparaciones dentro del juego abierto suelen ser más directas, una buena elaboración casera en la apertura podía igualar nuestras diferencias en la fuerza de juego.
Llegado el enfrentamiento, cuando comencé con 1.e4, mi rival se detuvo a pensar. Sambuev olió mi artimaña y decidió salirse del libro de aperturas. No obstante, durante la partida sentí que él ya había jugado este tipo de posiciones con anterioridad.
Mi falta de experiencia dentro del peón rey terminó pasándome factura. Luego recordé que Spassky había aplicado una receta similar a Seirawan en el Torneo de Candidatos de Mompellier 1985. Yasser, que era un jugador de Caro-Kan, decidió sorprender con un doble peón rey y Spassky refutó la preparación, respondiendo con un Gambito del Rey. ¡Menuda locura! Pero para el excampeón del mundo, este no era un terreno inexplorado, incluso había vencido a Fischer y a Karpov con esta apertura. La situación de Seirawan era diferente, ya que se encontraba lejos de su zona de confort. El resultado fue una masacre (Enlace). Cabe mencionar que dicho Torneo de Candidatos fue relevante para el ajedrez cubano, ya que tuvimos nuestra única representación en este tipo de competencias: El gran Jesús Nogueiras.
Volviendo a mi partida, en esta posición omití Cxf2.
Las blancas no están perdidas, de hecho la posición es cercana a la igualdad, pero a partir de aquí todo siguió cuesta abajo. El amigo Sambuev estuvo orgulloso de su partida y decidió publicar la noticia en Facebook. Graciosamente esta no es la primera vez que me veo envuelto en situaciones de este tipo. Durante la pandemia, lichess compartió en sus redes sociales el remate que me propinó la leyenda Gata Kamsky durante uno de nuestros enfrentamientos en la plataforma.
Las blancas ahogadas por la falta de movilidad de sus piezas finalmente colapsaron y perdieron pocas de jugadas después.
En lugar de la retirada a e2 46.Aa6 me habría evitado la sensación agridulce de convertirme en contenido didáctico para las redes sociales. No cabe duda de que siendo protagonista de combinaciones estoy contribuyendo a la comunidad ajedrecística y estoy muy feliz por ello. Que me las propinen a mí es un detalle sin importancia. Obviamente estoy mintiendo, al igual que casi todos los ajedrecistas (la mayoría de ellos con un ego que brilla con la intensidad de siete soles), no soporto perder.
La tercera ronda del torneo desencadenó el siguiente hilo en X, que enfatiza en la originalidad de la Siciliana Kan. Instructivo y entretenido: Hilo en X
En un par de días regresaré con la segunda parte. Incluirá varias posiciones interesantes y reflexiones que espero puedan ayudar a más de uno. Hasta entonces, un cálido saludo.