Experiencias de un casi ajedrecista II.
PSICOLOGÍA Y AJEDREZ
¡Hola! La publicación de hoy contiene más tableros y variantes que lo acostumbrado. Te adelanto que si estás corto de tiempo o no estás de humor para pensar, éste no es el momento para leerla. Si tu cerebro no está lo suficientemente encendido o consumiste demasiado Instagram y ahora estás saturado de dopamina, prepárate un buen café y acomódate. Necesitamos el estado adecuado para disfrutar del ajedrez.
Confrontación directa con la tercera edad: El viejo Guillén.
La cuarta ronda de la 57 edición del torneo Capablanca In Memorian me propinó la sorpresa de enfrentarme al viejo guillén. Hemos coincidido en múltiples eventos ajedrecísticos y siempre dedicamos unos minutos a establecer algún tipo de conversación. Aunque en ocasiones, un cálido saludo, que lleve implícito una señal de aprecio y respeto es más que suficiente. Lo considero un personaje peculiar, pero nunca nos habíamos enfrentado tablero por medio.
El viejo Guillén sobrepasa la barrera de los 70 años, por lo que su ELO actual, está bastante lejos de aquel 2160 que tuvo en su época de esplendor. Su figura es inconfundible, siempre llega desarreglado y con una cadencia de pasos bastante lenta, un claro indicador del cansancio de la edad.
Durante el Capablanca, previo al inicio de cada ronda, era común encontrarlo sentado, esperando en uno de los sofás del hotel, casi siempre dormido. Por su cara, es difícil saber cómo le está yendo en el torneo, lo único notable, es que está allí para disfrutar del ajedrez. Diría que sin importar el resultado, cada día asiste y se marcha del torneo, acompañado de un estupendo sentido del humor y una sonrisa. Es posible que la edad le haya permitido comprender la banalidad del ajedrez.
Por su apariencia, muchos asumirían que no es capaz de “rasparte ni medio punto”. Pero la primera ronda, Guillén puso en aprietos a un jugador de más de 2330, que finalmente escapó con tablas. Luego perdió contra el Maestro Internacional Jony Wilson, para posteriormente recuperarse, venciendo convincentemente a un oponente con ELO de 2116. Guillén emanaba peligro, pero llegado nuestro enfrentamiento, gracias a una mala elección de apertura de su parte, pude mantenerlo bajo control sin muchos sobresaltos, durante más del 90% de la partida. Sin embargo, cruzados los 40 movimientos, aparecieron algunos de mis defectos cómo jugador y estuve a punto de estropear la victoria.
La ventaja blanca es evidente. Pero como suele ocurrir en ajedrez, usted no gana porque sepa que su posición es ganadora, por sencilla que parezca la tiene que ganar en el tablero. En este momento de la partida, valoré varias opciones: La captura en g6, mantener la tensión con Td2 y atacar la torre negra con De7 o Dc7.
Mi primera bala la dediqué a 43.Td2, pero no estuve convencido, al ver que debía enfrentarme a un final que prometía ser bastante largo. 43…Dxd6 44.Txd6, Axa4 45.Cxb6, Af8 46.Tf6 (En caso de 46.Td2, Ac6 seguido de e4 con excelente juego para las negras) 46…Rg7! (Si el negro retira el alfil amenzado, por ejemplo: 46…Ac2 47.Tc6 con idea de Tc8 o 47.Ab5, ambas consolidan la ventaja de las blancas.) 47.Txf8, Rxf8 48.Cxa4, Txd7. Es cierto que sigo teniendo ventaja aquí, pero la torre negra está muy activa y debía encontrar un par de jugadas precisas. Por ejemplo, 49.Cxc5 no funciona y 49.Af2 es la única opción ganadora, aun así, creí que la partida se alargaría innecesariamente. Pensé: ¡Tiene que existir un camino directo a la victoria! Mi búsqueda debe continuar.
Yo estaba corto de tiempo y tocaba verificar las otras opciones. Por alguna razón, que ahora no soy capaz de explicar, no conseguí tener claridad sobre las ventajas de la captura en g6, así que apremiado por el reloj, me propuse calcular amenazar a la torre negra con Dc7 o De7. Luego de 43.De7, la captura en d1 es fácil de descartar. 43...Df6 44.Dxf6, Axf6 45.Td2, Axa4 46.Cxb6, Ab3, en esta posición seguía sin ser capaz de visualizar un camino trasparente hacia la victoria. Me molestaba que el caballo negro llegara a d4. Pensé en 45.Td6 en lugar de 45.Td2, pero luego de la retirada del alfil negro a e7 45…Ae7 46.Txb6, Txd7 47.Cxe5, Td5 estaba siendo amenazado mi caballo en e5 y mi peón de a4, por lo cual decidí desechar la entrada de la dama en e7 (No vi 48.Cg4 para responder a 48…Axa4 con 49.Txh6+-).
Entonces, con la entrada de la dama a c7 la captura en d1 sigue siendo fácil de descartar y 43…Df6 es respondida con 44.Td6! con ventaja abrumadora. ¡Estaba decidido!
43.Dc7?? Un error típico de mi ajedrez. Durante mi vínculo de más de 20 años con las 64 casillas, los apuros de tiempo y yo hemos probado tener una relación tóxica y duradera, donde los problemas se dan por solucionados y sigue ocurriendo una y otra vez. Mi mal manejo de los apuros de tiempo, se sumó a otro error habitual, que detecté luego del último análisis de mis fortalezas y debilidades llevado a cabo en 2022. Por alguna estúpida razón, suelo omitir con frecuencia los retrocesos de caballo. 43…Ce6 me habría puesto los pelos de punta. Automáticamente mi ventaja decisiva pasa a ser igualdad. Además la posición me obliga a encontrar una secuencia precisa para mantener la paridad. Cómo el lector podrá notar, también omití en la línea de 43.De7 el retroceso 48.Cg4.
Para mi dicha, “el viejo guillén”, también pasó por alto 43…Ce6. Puede que, dando por hecho que su posición era desesperanzadora, se conformó con su primera opción 43…Df6. El viejo Guillén, con más de 70 años, pudo haber llegado a la 5ta ronda del abierto más fuerte de su país y uno de los más fuertes de américa, como mínimo con la mitad de los puntos, habiendo dejado por el camino a un Maestro Internacional y dos Maestros FIDE. Una prueba que de vez en cuando, el ajedrez nos sorprende regalándonos estupendas oportunidades. Incluso pasados los 70 años.
Espero no haberlos aburrido hasta ahora, ya que para cerrar, me gustaría compartir con ustedes los análisis de mi partida con Pepe Cuenca. Mi partida con pepe dejó muestras de mi mejor y mi peor ajedrez, así que síganme hasta el final que esto se va a poner interesante.
Mi duelo con Pepe Cuenca
José Cuenca Jimenez- Reynold Fernández
Pasadas 15 jugadas este fue el resultado de la apertura. Tocaba mover a las blancas y Pepe realizó el movimiento 16.Ah2. Con su última jugada las blancas se adelantan al avance g5 y habilitan la casilla f4 para el caballo. 16…De7
Ahora las blancas se enfrentaban a una disyuntiva. La jugada natural parece 17.Dd3; sin embargo, habiendo cedido la casilla f4 para el caballo, vale la pena preguntarse quién debe ocupar la casilla d3. Es cierto que esta es una casilla transitoria, ya que el caballo, una vez allí, bien puede saltar a e5, cediendo nuevamente d3 a la dama. Pero estas son demasiadas jugadas sin respuesta. Para tomar una decisión, será necesario calcular variantes, teniendo presente las réplicas del negro. Esto fue exactamente lo que hizo el amigo Pepe.
Durante la partida me preocupaba Dd3, pero en el tiempo de reflexión de mi rival, fui capaz de aclarar mis dudas calculando las siguientes variantes. 17.Dd3, Taa8 18.Db5. Me molestaba la incursión de la dama a través de las casillas blancas. 18…Tfc8
19.Tac1, parecía fácil de neutralizar, ya que luego de 19…Ta5 el negro consigue expulsar la dama blanca. 20.Dd3, Cb8!? Para Cc6 y en caso de 21.Ce5, Axe5 22.Axe5, Cc6 las posibilidades del negro son excelentes. Pero la jugada que consideraba molesta al inicio era 19.Tfc1 en lugar de Tac1. La torre en a1 mantiene defendido el punto a4, algo que puede parecer un tontería, pero gana sentido en la variante 19…Ta5 20.Dd3, Cb8 21.b4!? expulsando la torre negra para volver a entrar con la dama a b5. Todo esto respaldado en el hecho de que la torre de c8 está indefensa y no es posible capturar el peón de a4. Finalmente, durante el tiempo de reflexión de Pepe, le di solución a este problema con la siguiente variante: 21…Ta8 22.Db5, c4 23.Dxb6, Cd7 24.Db7, Cd6 25.Axd6, Dxd6 y la dama en b7 quedaba atrapada, como mínimo tendría tablas dándole “perpetuo a la dama”.
En la partida, el blanco decidió ocupar la casilla d3 con el caballo. 17.Cf4, Tc8 18.Cd3, c4 19.bxc4, dxc4!
Pepe decide controlar la ruptura e5. Por tanto, nuevamente debo decidir cómo mejorar mi piezas, en una posición en la cual, no es para nada claro lo que debo hacer con ellas. 22…Ta5, 23.Tfb1
Con su último movimiento las blancas amenazan tanto 24.Tb5 cómo 24.Tb4 según las circunstancias. Pepe neutralizó por completo el avance e6-e5 y ha conseguido una posición con una excelente proyección para el futuro. Recuerdo que se tomó un paseíllo para ejercitar sus pantorrillas y de paso enviarme una señal bastante clara: “yo estoy al mando”.
Mi caballo en d7 parecía pasivo, pero se encontraba defendiendo mi peón en b6 y el “hole” en e5, mi alfil en f6 defendía e5, pero no hacía mucho más que eso. Mi dama había sido colocada en f7 para romper en e5, sin embargo, Pepe se había encargado de ahogarme esa posibilidad. Mi posición todavía era buena, pero tenía problemas por resolver. De mis casi diecisiete minutos, empleé entre diez u once para solucionar la situación y felizmente encontrar una idea de la cual estoy extremadamente orgulloso.
Mi primer pensamiento fue 23…Ad8 para liberar el caballo de d7 de la defensa de b6 y reposicionarlo vía f6-d5. Esta jugada deja libre la entrada en e5 y en una primera instancia no parece prestar atención a la amenaza de las blancas. Con la capacidad de procesamiento de un Celeron con socket 775 debía calcular 24.Ce5, 24.Tb5 y 24.Tb4. Eran demasiadas preguntas y mi cerebrito no conseguía darle respuesta a todas. Así que intenté con 23…Tc6 pero 24.Tb5 y 24.Tb4 seguían siendo molestas.
Ojalá en ajedrez, la respuesta a una cuestión “existencial” como ¿qué debo hacer?, fuera tan fácil cómo cuando éramos niños: “Yo quiero ser bombero”. Pero sobre el tablero, el fuego que me tocaba apagar era otro y al conectar todos los hilos de la posición, conseguí aplacar las llamas con un buen “manguerazo de agua fría”: 23…Df8!
Recuerdo sentirme bastante confiado en esta posición. Pensé que tenía clara ventaja, pues 20.Tc1 me parecía un intento bastante tonto y 20.Cf4 podía refutarla con 20…Db4 21.Cxe6, c3 con ventaja negra.
Pepe me sorprendió jugándome “al toque” 20.Dc2! siguió 20…Taa8 21.Cf4, Df7 con la intención de controlar d5 para tratar de empujar e6-e5 y darle vida a mi alfil de f6. Además, cede la casilla e7 a este alfil, para en caso de que necesite ser reagrupado. 22.Ce2! Este tipo de jugada suele tener un impacto psicológico bastante fuerte.
La ventaja ahora estaba de mi lado. Me incliné hacia atrás con tranquilidad para bajar la tensión, sabía que estaba al mando y con mi lenguaje verbal, aprovechaba para enviar mi mensaje de primate jefe de manada: ¡Aquí el que manda soy yo! Sin embargo, ganarle a un gran maestro cuando está concentrado invocando todos sus recursos, no es una tarea fácil. Yo tenía unos cinco minutos en mi reloj y Pepe nuevamente volvió a sorprenderme con el movimiento 27.g4!, Ae7 28.Cf4. Habían pasado solo dos jugadas, pensé: “Yo juraría que antes tenía ventaja, pero ahora no la percibo en lo absoluto. ¿Qué me perdí?” Nuevamente todo parecía poco claro, otra vez tocaba pensar.
Cuando ambos entramos en el apuro de tiempo, se cometieron varios errores. Cómo dijo Tartakower, en ajedrez gana quién cometa el penúltimo error y en este caso, el penúltimo fue de Pepe Cuenca. El error que selló la partida fue bastante vergonzoso y me hizo sentir muy inconforme conmigo mismo
Reynold Fernández- Jorge Guillén
Como veremos en la partida, mi última jugada contrarresta las amenazas 24.Tb4 y 24.Tb5. En caso de la molesta 24.Cc3 para eliminar mi punto fuerte en e4. Tenía planeado seguir con 24…Cxc3 25.Dxc3, Tac5! 26. Tb5!, T5c6 Y la posición negra es bastante decente. Por otro lado si las blancas expulsan el caballo de e4 con 24.Cg3, la siguiente línea evidencia la fortaleza de mi jugada Df8: 24…Cxg3 25.Axg3. Ae7! Con idea de Ad6, cambiando el fuerte alfil de g3 por mi estúpido alfil de f6.
Mi contrario, que recién había dado un golpe de autoridad con su movimiento 23.Tfb1, subestimó por completo la profundidad de mi idea. Pepe jugó 24.Tb5?!, Txb5 25.axb5, Db4! 26.Tb1, Da3!
En esta posición, en lugar de la natural 36…Txc4, --entregué el peón de c4 para seguir con la secuencia que realicé en la partida, no había calculado todas las implicaciones de la recaptura con torre en c4-- que obligaba al blanco a ser preciso para conseguir tablas. Jugué rápidamente 36…Da6??, asumiendo que ganaba una pieza, debido a la doble amenaza sobre e6 y c4. Pero al parecer, mi cerebro omitió la presencia del alfil de h2. El blanco contestó con 37.Cc7 +-.
Yo no lo podía creer: ¡Estoy completamente perdido! Recuerdo que no quise hablar con nadie, al menos, durante una hora. Necesité tiempo para asumir lo que había hecho. Cómo en aquel cuento de Bill Pronzini “La misma molienda de siempre”, solo que en este caso podía cambiar la palabra con “m”.
A pesar de sufrir una derrota bastante dolorosa, al siguiente día le gané con piezas blancas al Maestro Internacional Jorge Bobadilla. Sin embargo, para el final del torneo me enfermé y terminé perdiendo las dos últimas partidas. No conseguí llegar a ninguna de ellas, con un estado físico y mental apropiado.
Ojalá este artículo y el anterior hayan sido útiles para muchos de ustedes. No solo tuve un brote de sinceridad casi excesivo, compartiendo cada uno de mis pensamientos antes, durante y después de cada partida. También me esforcé añadiendo texto para que los comentarios fueran instructivos, todo con la intención de acercarme al objetivo principal detrás de mis publicaciones: aportar valor.
Les dejo dos recomendaciones finales: Puedes ver todos los análisis de mi partida con Pepe en este enlace y en caso de que tengan niños pequeños que quieran iniciar en el ajedrez, les comparto la nueva mini serie de mi amigo José Raúl: Universo Ajedrez. Estará saliendo todas las semanas en YouTube. Tengan un excelente día, pronto estaré compartiendo más contenido con ustedes.