Mentalidad de Entrenamiento
PSICOLOGÍA Y AJEDREZ


Después de un prolongado espacio de silencio, pero no de quietud, estoy de vuelta para que Hablemos de Ajedrez. Agradezco de antemano a los que confían en que tengo ideas interesantes para compartir y dedican parte de su tiempo a leer mis artículos. Hoy me referiré a nuestro adorado juego desde una óptica inusual en este blog. Prometo que va a ser una lectura interesante. Así que ¡ahí va eso!
En julio de 2024, tuve el privilegio de ser invitado a un programa de televisión en vivo que estaría dedicado al ajedrez. Mi participación estuvo intencionada, hacia el ajedrez visto desde lo académico, nuestro papel como profesores en la universidad del deporte y el rol del centro de estudios en la masificación del juego en el país.
No sé cómo funcionan otros programas en vivo, pero yo conocía de antemano los temas que iban a ser abordados. Minutos antes del comienzo, el presentador me comentó, que le parecía buena idea hablar sobre mis inicios en el ajedrez. Yo subestimé por completo la pregunta, pues no he sido una figura destacada por mis logros deportivos. ¿Para qué abundar en mi carrera ajedrecística? Sin embargo, él encontró un trasfondo encantador: “Me interesa saber porque te gusta el ajedrez. Qué hace que el ajedrez sea atractivo para muchas personas” Era el escenario ideal para que un orador del gremio captara la atención hacia el juego. Imagino que el gran Leonxto García lo habría hecho genial, como nos tiene acostumbrados. Pero las convenciones sociales no me permitieron pasar tiempo conmigo mismo. Así que, siendo incapaz de destinar un minuto para la reflexión, llegado el momento, enfoqué mi respuesta en vivencias personales y me costó satisfacer el verdadero interés de la pregunta. ¿Por qué nos gusta el Ajedrez?
La mayoría de los sucesos que han ocurrido en nuestra vida y que recordamos como un instante feliz, estuvieron ligados a la sensación de estar en el momento presente. Las cenas familiares, las salidas con los amigos, los mensajes con la chica o el chico que te gusta. Probablemente existan varios nexos en común entre esos sucesos, pero hay uno que me gustaría resaltar: no estábamos demasiado pendientes a otros estímulos. Al evocar cada uno de esos recuerdos, puede que esto no sea lo primero que te venga a la mente, pero en esos momentos gozamos el privilegio de la concentración. Ello nos permitió disfrutar las virtudes del presente, mientras nos manteníamos alejados de las preocupaciones.
La dificultad del ajedrez es sin dudas una invitación a la concentración. Pero en ajedrez, esta suele experimentarse de una manera diferente. El nivel de exigencia de la tarea cuando enfrentamos a un oponente de fortaleza similar o superior a la nuestra, sumado a un contexto que concibe un contenido emocional que por lo general se aleja de los sucesos antes descritos, hacen, que como bien explica mi autor favorito Jonathan Rowson en su último libro, percibamos la concentración como la acción de conciliar diferentes partes de nosotros para generar una fuerza. En incontables ocasiones esto implica realizar un esfuerzo consciente. Dicha fuerza no puede ser mantenida de manera ininterrumpida. En palabras de Rowson “La concentración no es una bombilla que podemos apagar o encender con un interruptor”. Sin embargo, la búsqueda de soluciones a las complejidades que surgen de una partida, demanda que la bombilla se mantenga encendida. Si quieres estar a la altura de las circunstancias, tu mente debe estar allí.
Es posible que uno de los atractivos más relevantes del ajedrez, subyace en una mezcla de la naturaleza del juego y la naturaleza humana. El ajedrez es una invitación a la desconexión devenida en placer, pues a fin de cuentas, la concentración es libertad.
Sino entiendes porqué un artículo sobre entrenamiento de ajedrez comienza con una reflexión que parece más propia de un libro de filosofía, mantente leyendo. ¡Ahora comenzaremos a unir los hilos!
Estoy seguro de que ustedes, lectores, estarán de acuerdo con la siguiente sentencia: Si estamos desmotivados con el ajedrez esto afecta la calidad de nuestra concentración en el juego. En mi opinión, la reflexión “filosófica” anterior nos ayuda a entender que esta frase también funciona a la inversa. Si estamos viviendo una vida acelerada, repleta de estímulos y con poco espacio para la concentración, disminuirá nuestro interés por actividades como el ajedrez.
El Gran Maestro ruso Aleksei Lugovoi, en una conferencia que impartió en Cuba hace un tiempo, comentaba que desde su experiencia un problema habitual en los niños, es que les cuesta detenerse a pensar. Esto podría justificarse desde un punto de vista biológico, pero siento que nuestra sociedad ha hecho, que este problema no sea algo exclusivo de la edad. Benjamin Portheault en su artículo The War on Attention para su newsletter Mindcreaser, aborda este tema de una manera muy interesante. En lo personal, mi vivencia como profesor y entrenador de jóvenes y adultos, me ha demostrado que muchos de nosotros hemos perdido el hábito de pensar.
La acción de detenerse a pensar y como resultado de ello encontrar buenas ideas, tiene una relación directa con nuestra capacidad para concentrarnos. Sin embargo, no necesitamos que nadie nos explique que dicha capacidad depende de la etapa de la vida por la que estemos transitando. El ejemplo más obvio se representa a través de nuestro desarrollo biológico como individuos. De 0 a 2 años la atención es involuntaria y breve, de 3 a 6 la atención sostenida mejora, etc. Añadiría además, que si tuviste una niñez “normal”, solo te preocupaste por el ajedrez y los estudios. Mientras que en la adultez se multiplican tus obligaciones y carencias, haciendo que la tarea de concentrarse en plenitud sea más complicada. La vida es un proceso cambiante, donde puedes incluso tener los mismos horarios y no estar siendo igual de eficiente.
Tuve esta revelación a través de una vivencia personal en 2020. Este fue un año difícil para muchas personas. Sin embargo, en medio de tanto caos, me sentí agradecido porque mis familiares estaban bien, estaba muy feliz con mi pareja de aquel entonces, no tenía problemas de dinero y mantenía poca carga laboral. Con tantos espacios de mi vida cubiertos se sentía fácil sentarse en el tablero y poner mi cabeza a volar. Por aquella fecha agregué a mi lista de actividades uno de mis entrenamientos más locos: resolver 100 diagramas diarios. Al principio era una tarea llevadera, pues elegí ejercicios sencillos. Pero a medida que avanzaban los días, los libros que estaba utilizando comenzaron a subir el nivel y las sesiones de 2 horas de táctica, se convirtieron en sesiones de 4 horas o más. Fue difícil sostener esta tarea en el tiempo, pero a pesar de que era imposible competir de manera presencial, siento que 2020 fue una etapa prolífera para mi ajedrez. Para 2021, la situación con la pandemia no se había modificado, pero en mi vida personal pasaron cosas y la concentración dejó de fluir de una manera natural. Luego de dos años de inactividad presencial, cuando volví a jugar en 2022, mi ajedrez agradeció mucho el esfuerzo realizado en 2020.
Siento que es oportuno reconocer y asumir los periodos turbulentos, entendiendo que estos necesitan que brote de nosotros, un esfuerzo extra por conciliar aspectos de nuestro yo, que en una especie de acuerdo entre partes, deciden apagar y encender lo necesario para que se genere la fuerza de la concentración.
Dichas etapas exigen adaptabilidad, flexibilidad y predisposición para realizar varias tareas simultáneamente. En opinión de Rowson, en estos casos, la concentración consiste principalmente en tener cierta presencia de ánimo, así como la amabilidad necesaria para someterse con aceptación a los vaivenes de un tiempo fracturado. Al vernos obligados a dedicarle menos tiempo a una actividad que disfrutamos, es bastante probable que nuestra mente suscite cierta resistencia al cambio. Prolongar ese estado de contrariedad solo te llevará al agotamiento y hará que tu cerebro no rinda al máximo en las actividades pendientes. Hay que desarrollar nuestra humildad, para entender cuando es necesario dejar de pelear con las circunstancias y simplemente, adaptarse.
“A medida que tu vida mental se fragmenta progresivamente, lo más importante pasa a ser nada más y nada menos que el asunto de seguir siendo coherente con uno mismo, esto es, cómo ser alguien capaz de actuar de acuerdo con una serie de propósitos planificados y de proyectos futuros en lugar de andar revoloteando de una cosa a otra” (Matthew Crawford)
Consejos prácticos.
Elije una posición interesante, colócala en el tablero y siéntate a pensar. El problema de no pensar se arregla pensando. Sin importar el tipo de posición que escojas debo advertirte que esta es una tarea multipropósito. El análisis no solo mejorará tu comprensión del ajedrez, también te ayudará a desarrollar el hábito de pensar. Según Cal Newport el trabajo profundo ayuda a mejorar tu concentración. Todos estos serán beneficios resultado de tu esfuerzo. Sin embargo, Si no eres capaz de sentarte durante una hora delante del tablero, reducir al mínimo los estímulos que recibes (que el único estímulo que recibas venga del tablero y las piezas) e intentar entender cada detalle de la posición que tienes delante cabe que te preguntes que anda mal o te replantees donde reside tu amor por el juego. Debes tener en cuenta que estar dentro del tablero y las piezas es esencial para ser un buen jugador, por tanto no deberías sentirte incomodo estando allí.
No llenes las sesiones de trabajo con demasiadas actividades. Si planificas tu horario colocando muchas tareas con el fin de ser más productivo, ocurrirá exactamente lo contrario. El cerebro necesita tiempo para adaptarse a los cambios de actividades. De hecho, según DeepSeek: hay estudios que prueban que los cambios frecuentes de actividad reducen la productividad hasta en un 40%, debido a la energía mental invertida en cada transición. Un video que me encanta sobre el tema y que les aconsejo que miren después de haber terminado el artículo es: The lost art of accomplishment without burnout.
No arranques demasiado fuerte. En no pocas ocasiones cuando nos interesa comenzar o retomar cualquier actividad, la motivación inicial puede llevarnos a organizar horarios demasiado apasionados. Asegúrate de planificar tareas que seas capaz de sostener en el tiempo. La constancia es tu mejor aliado.
Si te resulta fácil, no funciona. Generalmente nuestro cuerpo se adapta con rapidez a las tareas que implican muy poco esfuerzo. Así que puestos a elegir, seguramente elegiremos la actividad que implique menos trabajo. Sin embargo, este proceder no funciona cuando nos referimos a entrenamiento. Existen reglas de antaño en el entrenamiento deportivo, que podemos relacionar con esta idea, como por ejemplo: La elevación gradual de la carga o Aumento progresivo de la carga. También son conocidas otras teorías, más generales referidas al desarrollo de habilidades como The challenge point Framework. Leyendo sobre estos temas podrás constatar mi punto.
Reúnete con personas igual de apasionadas o más apasionadas que tú. Nuestra motivación está influenciada por la manera en la cual interactuamos con el medio. El día antes de escribir este párrafo, casualmente tuve la oportunidad de conocer a alguien extremadamente comprometido con el ajedrez. Conversar algunas horas con él, generó que por un momento volviera a encenderse dentro de mí un fuego que ha estado extinguiéndose gradualmente durante los últimos tres años. Debo decir, que se sintió inmensamente genial terminar la conversación con mucha hambre de ajedrez. Hay que entender que las personas pueden llegar a tener ese tipo de influencia en nosotros. Por lo que debemos construir un medio favorable para nuestras metas. Eso sí, aunque suene mal, los rangos son importantes en este caso. Los personajes involucrados deben tener niveles de entendimiento o conocimiento similares.
Elige cualquiera de los caminos conocidos y empieza a trabajar. Estoy convencido de que para muchos de ustedes este será un consejo importante. Personalmente siento que habría sido mejor ajedrecista de haberlo puesto en práctica. No sé si fue la falta de un guía, mi miedo a fallar o mi interés natural por descubrir caminos poco transitados. Mirando hacia atrás, siento que probablemente haya sido una mezcla de todas. Lo cierto es, que por alguna razón siempre me he decantado por encontrar mis propias verdades. Esto puede sonar muy poético y ello me ha convertido en un entrenador bastante decente. Pero ¿la idea inicial era ser un gran entrenador o un gran jugador? ¿Y si todas las horas de investigación y lectura las hubiese puesto en función de resolver tácticas o estudiar aperturas sin parar? Quizás debí enfocarme en encontrar mis propias verdades dentro del tablero y no buscarlas fuera de él. Mi consejo para ustedes es: elige un camino que se repita en la bibliografía, confía en él y empuja con todas tus fuerzas.
Por ahora no tengo nada más que decirles. Espero mis reflexiones hayan sido de ayuda para muchos de ustedes. Si no te has suscrito, hazlo y así me animarás a seguir compartiendo ideas en el futuro. Les deseo una feliz semana.

Magnus Carlsen sobre porqué el ajedrez es popular.

